martes, 18 de octubre de 2016

Primer contactos con los siluros (Alberto Zarza)

Para comenzar he de decir que hacía ya bastante tiempo que no iba de pesca y mucho menos de la compañía de mi hermano. Además tampoco había pescado nunca ningún siluro, por lo que esto suponía otro punto a favor a la hora de decidir si ir o no de pesca.

Al llegar al pantano todo apuntaba a que iba a ser un buen día de pesca, de la compañía de Juan Carlos Capilla (Depredators Guides Extremadura), quién hizo de guía a bordo de su barca (La Perla Negra) y dejándome su material ya que yo no disponía de él (Hart Bloody Hartcore C EVO + Hart Phantom).

Durante la mañana  anduve algo desanimado ya que tuve tan solo un par de picadas y al carecer de la técnica no supe clavarlos bien y por tanto se escaparon, pero al menos mi hermano me dejó sacar un par de siluros de los primeros que él clavó para que fuese viendo cómo peleaban esos peces. Cabe decir que estos dos primeros que saqué eran chiquititos y no opusieron gran resistencia.

Más tarde nos bajamos de la barca un rato para comer y descansar después de toda la mañana a flote y tras ello nos pusimos de nuevo manos a la obra. Nada más llegar al sitio tras terminar de comer me avisaron de que en la sonda se observaban siluros grandes, cosa que hasta entonces no habíamos visto y que de hecho fue decirlo y notar  una fuerte picada que esta vez supe aguantar hasta que la puntera de la caña tocó el agua y fue entonces cuando clavé el pez y comenzó la batalla, una batalla que prometía y que de hecho comenzó con buenas sensaciones, pero para desgracia mía el pez se soltó tras un par de minutos combatiendo el pez con mi inexperiencia. 

Esto me desanimó un poco pero volví a echar un par de lances más aún con las piernas temblorosas y justo en el último lance antes de abandonar el lugar fue cuando volví a notar una fuerte picada que prometía una gran batalla y no fue para menos. Me levanté y anduve peleando al pez con mi hermano y Juan Carlos a mi lado dándome consejos y corrigiendo mi postura ya que al no saber muy bien cómo hacerlo me estaba destrozando la espalda. No pasó mucho tiempo hasta que conseguí ver las primeras burbujas y observar el tamaño del pez, aproximadamente 1,9 metros de longitud. El momento de calma llegó cuando tuve a esa bestia en mis brazos, el primer siluro en condiciones que subía en el barco en todo el día y que de hecho resultó ser el más grande de todos al final de la jornada.




A lo largo de la tarde siguieron saliendo más siluros como el de mi hermano, de gran tamaño también y con el que tuvimos problemas ya que se cruzaron las líneas, y además algunas picadas que se escaparon a última hora, cuando volvieron a resistirse los siluros y finalmente tuvimos que abandonar y volver a casa con buen sabor de boca y experiencias a contar.






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